LA BELLEZA DEL MODERNISMO. Obras del Museo del Modernismo de Barcelona Presentada hoy el 11 de mayo en la Sala de la Pasión, Valladolid

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LA BELLEZA DEL MODERNISMO. Obras del Museo del Modernismo de Barcelona Presentada hoy el 11 de mayo en la Sala de la Pasión, Valladolid

2015-05-11

La Sala Municipal de Exposiciones del MUSEO de PASION de Valladolid presenta a partir de hoy lunes día 11 de mayo la exposición LA BELLEZA DEL MODERNISMO. Obras del Museo del Modernismo de Barcelona.

La muestra, ofrece una variada selección de pintura, dibujo, carteles, escultura, mobiliario, marquetería, vitrales…, piezas todas ellas provenientes del Museo del Modernismo de Barcelona, que por primera vez exhibe un conjunto amplio de sus fondos fuera de su sede barcelonesa.

La exposición refleja la gran creatividad del Modernismo, movimiento rabiosamente innovador que surgió en Cataluña a finales del siglo xix y que se manifestó en todos los ámbitos de la creación artística. Las obras que se exhiben muestran la amplitud de este movimiento artístico-cultural y la complejidad de la producción artística de la época, que no coincide con una única expresión estética. Así, se presentan obras de una estética plenamente modernista como las figuras femeninas de Ramon Casas; las etéreas ninfas de Joan Brull; las delicadas damas representadas en dos óleos de Alexandre de Riquer, en los plafones de marquetería de Gaspar Homar y Joan Busquets, en la escultura que decora un espejo de Pablo Gargallo o en las terracotas policromadas de Lambert Escaler; o como la significativa escultura La primera comunión de Josep Llimona. Junto a ellas, también se exhiben obras de artistas que se sitúan entre la tradición artística y la modernidad, como los pintores Lluís Graner, Laureà Barrau y Ricard Brugada, o el escultor Eusebi Arnau. El paisaje está presente en la muestra mediante los óleos de Joaquim Mir, Enric Serra y Modest Urgell.

El mobiliario modernista está ampliamente representado en la exposición a través de piezas de figuras tan significativas como Antoni Gaudí, Joan Busquets y Gaspar Homar.

 

LA EXPOSICIÓN

La muestra pone de manifiesto la amplitud de este movimiento y la complejidad de la producción artística de la época, que no coincide con una única expresión estética, ya que en ella conviven estilos diversos y contradictorios.

El itinerario expositivo se inicia con Alexandre de Riquer, magnífico exponente de creador modernista ―dibujante, pintor, grabador, escritor― y, junto con Santiago Rusiñol, el introductor del Simbolismo plástico en Cataluña. De este artista se exhiben dos óleos de gran formato, que pueden incluirse en esta corriente artística, protagonizados por una idealizada figura femenina que se nos presenta integrada en un paisaje de cromatismo suave. Al mismo autor pertenece el cartel de la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas celebrada en Barcelona en 1896, obra significativa puesto que se considera el primer cartel artístico del Modernismo; Alexandre de Riquer lo realizó tras una estancia en Londres en 1894, donde el artista profundizó en la pintura de los prerrafaelitas y en el movimiento Arts&Crafts, percatándose de la importancia del diseño y de las artes decorativas.

Ninfas de Joan Brull, tanto por la temática como por su cromatismo delicado y sutil, constituyen también un buen ejemplo de la pintura simbolista.

De Ramon Casas, impulsor junto con Santiago Rusiñol de la renovación de la pintura catalana a través de las exposiciones celebradas en 1890 y 1891 en la Sala Parés de Barcelona y gran protagonista de la generación modernista, se exhiben cinco obras. Una de ellas es un pequeño retrato de su hermana Elisa, que a menudo posó para él, realizado tras una primera estancia en París. También se exhiben dos de sus característicos dibujos, con una mujer sofisticada y moderna como protagonista, que pueden fecharse entre 1899 y 1903, y que forman parte de los realizados para la revista Pèl & Ploma, publicación financiada por Casas, que era también su director artístico. Escena orientalista protagonizada por Sada Yacco presenta un tema atípico en la obra del pintor, con una composición que responde a las estampas japonesas o ukiyo-e tan de moda en la Europa de finales del siglo XIX. La protagonista es Sada Yacco, actriz japonesa que se hizo famosa en Estados Unidos y Europa por sus representaciones teatrales y que actuó, junto a su marido Kawakami Otojiro, en Barcelona en 1902. Casas realizó retratos al carbón de ambos, publicados en la revista Pèl & Ploma, y seguramente fue entonces cuando pintó este óleo, que recoge una escena de alguna de las representaciones de la actriz en el teatro Novedades barcelonés. La presencia de Ramon Casas en la muestra se cierra con Novicia, un óleo protagonizado también por una figura femenina situada en el monasterio de Sant Benet de Bages, propiedad de la familia Casas. La modelo es Júlia Peraire, su compañera desde 1906 y con la que contrajo matrimonio en 1922.

 

 

 

 

Lluís Graner es también una figura significativa dentro del período del Modernismo, quizá no tanto en su faceta de pintor, aunque introduce aspectos novedosos como el tratamiento de la luz ―en el óleo que se exhibe esta emana de un farolillo―, el juego de contrastes, el efecto de claroscuro o la composición, como por su actitud manifiestamente moderna cuando a partir de 1904 se dedicó a la creación de espectáculos. El «espectáculo total» de Graner, como él lo denominaba, fusionaba los distintos lenguajes artísticos y sus representaciones se realizaban en la Sala Mercè, la decoración de la cual fue encargada por el artista al arquitecto Antoni Gaudí.

Joaquim Mir está presente en la exposición con un magnífico paisaje datado en 1898, en la época en que el artista formaba parte ―junto con Isidre Nonell, Ricard Canals, Ramon Pichot, Joaquim Sunyer, Juli Vallmitjana y Adrià Gual― de La Colla del Safrà, nombre con el que se denominó al grupo por el color amarillento, azafranado, que predominaba en muchas de sus obras. Influenciados por la pintura plenairista que Casas y Rusiñol habían traído de París en 1890 y huyendo de la rigidez de los principios académicos que dominaban el ambiente artístico, estos jóvenes salieron de las aulas y talleres para pintar al aire libre y buscaron sus temas en paisajes suburbiales, humildes y sin historia de la ciudad de Barcelona, como el paisaje de Joaquim Mir de Sant Genís dels Agudells en un día de romería.

De carácter bien distinto son los otros dos paisajes que se exhiben: un magnífico óleo de carácter simbolista de Enric Serra, que forma parte de los que el artista pintó en las Lagunas Pontinas y que alcanzaron un gran éxito en la época, y uno de los característicos paisajes de Modest Urgell, que emana soledad, melancolía y la persistente presencia de la muerte, todo ello expresado con técnica realista, y que sitúa al pintor como un precursor de la pintura idealista y, por tanto, del Simbolismo que se desarrollaría durante el período modernista.

Como ya hemos mencionado, la época del Modernismo no coincide con una única expresión estética, ya que en ella conviven estilos diversos y contradictorios. Esto se manifiesta en la exposición mediante la inclusión de obras de género como Joven con cántaro de Laureà Barrau, amigo y compañero de Casas en algún viaje por Andalucía y en una estancia en París; y Familia de pescadores en la playa de Ricard Brugada, artista establecido en Sevilla que alcanzó el éxito con una pintura centrada en temas pintorescos y de costumbres.

En cuanto a la escultura, a partir de finales del siglo XIX, tal como sucedió en la pintura, también busca un camino que la aproxime a las innovaciones que se producen en Europa, alejándose del realismo y el anecdotismo dominante en el ochocientos y expresándose esencialmente a través de formas simbolistas. La primera comunión, obra de fuerte idealismo de Josep Llimona, es un excelente ejemplo de la producción de este escultor, considerado como el más importante del período modernista; idealismo que se halla presente también en Ave María de Eusebi Arnau. Ambos artistas pertenecían al Cercle Artístic de Sant Lluc, asociación de ideología católica que buscaba la modernización del arte pero dotándolo de un contenido moral.

Uno de los aspectos más difundidos del Modernismo, el decorativismo Art Nouveau, se evidencia en las delicadas terracotas policromadas de Lambert Escaler, serenos rostros femeninos de cabellos ondulados y expresión serena; en el jarrón de Dionís Renart, donde la figura femenina aparece integrada con el recipiente; en la escultura para un espejo del joven Pablo Gargallo, y en Danza, terracota de Joan Rodon Fabrés.

Este mismo decorativismo Art Nouveau es el que se manifiesta en los magníficos plafones de marquetería de Gaspar Homar y Joan Busquets, donde de nuevo encontramos delicadas figuras femeninas como protagonistas.

 El mobiliario modernista está ampliamente representado en la exposición a través de piezas de figuras tan significativas como Joan Busquets, Gaspar Homar y Antoni Gaudí. Del primero se presentan diversas piezas que constituyen un buen ejemplo del gran desarrollo alcanzado por las formas modernistas aplicadas al mueble: encontramos desde piezas de un tamaño considerable como un paragüero donde destaca la utilización de la típica línea coup de fouet y la cerámica, hasta un escritorio femenino, pieza de carácter intimista, una mesa auxiliar cuyo diseño muestra una cierta influencia de Antoni Gaudí o un biombo con la representación de tres figuras femeninas realizadas con un delicado trabajo de marquetería.

Un buen exponente del trabajo de Gaspar Homar, de la utilización de la marquetería aplicada al mueble, se encuentra en la cama de caoba que presenta en el cabezal una virgen coronada de estrellas y rodeada de ángeles, y en los pies, otra imagen femenina rodeada de pájaros, en cuya realización se utilizaron dieciséis maderas distintas.

Antoni Gaudí, en su faceta de diseñador que incorpora la adaptación del mobiliario al cuerpo humano, buscando funcionalidad y comodidad sin renunciar a una intencionada expresividad, está presente en la exposición con una silla perteneciente al comedor de la casa del escultor Josep Llimona ―amigo del arquitecto con quien colaboró en la realización del retablo para el oratorio de la Casa Batlló― y con la silla de la sala de juntas de la Casa Calvet.

Pintura, escultura, mobiliario… todo ello expresa con rotundidad esa búsqueda de la belleza que el Modernismo persiguió y que caracteriza toda una época.

 

PROGRAMA DE VISITAS GUIADAS Y COMENTADAS

Para esta exposición que se dirige a todos los públicos, se ha diseñado un material para escolares, asociaciones y colectivos que consiste en una propuesta de itineración por la exposición en la que se proponen diferentes recorridos y preguntas reflexión sobre lo visto. Los centros escolares y asociaciones que lo deseen pueden llamar al teléfono 902 500 493 para reservar día y hora para realizar la visita guiada gratuita que se ofrece. 

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