LA SALA DE SAN BENITO PRESENTA POR PRIMERA VEZ EN ESPAÑA LA EXPOSICIÓN DE ANDRÉ KERTÉSZ, EL DOBLE DE UNA VIDA. KERTÉSZ ES UNA DE LAS MAYORES FIGURAS DE LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA
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LA SALA DE SAN BENITO PRESENTA POR PRIMERA VEZ EN ESPAÑA LA EXPOSICIÓN DE ANDRÉ KERTÉSZ, EL DOBLE DE UNA VIDA. KERTÉSZ ES UNA DE LAS MAYORES FIGURAS DE LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFÍA
La Sala Municipal de Exposiciones de San Benito presenta a partir de hoy miércoles 21 de enero, y por primera vez en España, la exposición “ANDRÉ KERTÉSZ. EL DOBLE DE UNA VIDA” una exposición que ha sido organizada por el prestigioso centro parisino Jeu de Paume, y en el que han colaboradola Médiathèque de l’Architecture et du Patrimoine, y nuestra Sala Municipal de Exposiciones de San Benito.
Considerado un maestro por numerosos fotógrafos, incluyendo a Henri Cartier-Bresson, André Kertész es una de las mayores figuras de la historia de la fotografía, a pesar que su obra se resiste y elude tanto los análisis como los comentarios. Ningún observador ha logrado una mirada tan cándida y ninguna otra obra fotográfica ha conseguido plasmar sentimientos tan claros como los transmitidos por sus fotos. Autodidacta, Kertész siempre se mantuvo fiel a su principio motor: «Hago lo que siento». Aunque flirteó con diversos movimientos, como el surrealismo, el constructivismo y el humanismo (en realidad, adelantándose a menudo a sus promotores), su compromiso fotográfico no puede encasillarse en ningún proyecto puramente estético, social o ético. Kertész siempre situó su punto de vista por encima de cualquier otra cosa y nunca estuvo dispuesto a sacrificarlo, ni por satisfacer a un cliente, como tampoco por seguir los dictámenes de la moda. Discreto, pero lúcido, su visión resulta definitivamente natural.
Andor (André en húngaro) nace en 1894 en Budapest. Tiene sólo ocho años cuando muere su padre, así que su tío, Lipot Hoffman, asume la responsabilidad de su educación y la de sus dos hermanos, Jenö e Imre. Tras graduarse en la Academiade Comercio, comienza a trabajar en la Bolsa. Suprimera fotografía conocida data de 1912; titulada Jeune homme endormi (‘Joven adormecido’), parece casi profética, en el sentido que prefigura la esencia de su arte: la claridad de estilo y la preeminencia de las emociones.
Cuando es llamado a filas, se dedica a retratar la vida cotidiana de los soldados del ejército austrohúngaro, el tiempo muerto pasado en las trincheras y las largas marchas de campaña. Tanto en las fotos de paisajes como de sus amigos, no puede evitar plasmar en ellas sus fuertes y profundas emociones. La vache et le soldat (‘La vaca y el soldado’) (1917) y Jenö tel Icare (‘Jenö como Ícaro’) (1919), con sus originales ángulos y perspectivas, dan testimonio de su imaginación y anticipan la llegada de la cámara Leica. Kertész quiere convertirse en fotógrafo y su sueño se hace realidad cuando emigra a Francia, lleno de esperanzas y de determinación.
Llega a París en 1925 y se establece en el barrio de Montparnasse, donde se mezcla con artistas y escritores (Mondrian, Chagall, Zadkine, Foujita, Colette, etc.) y comienza a fotografiar a sus amigos húngaros, los estudios de diversos artistas, así como escenas callejeras. Acostumbra a pasearse por parques y jardines, a deambular a lo largo de las orillas del Sena y a quedar con sus amigos y compatriotas en el Café du Dôme. No tarda mucho en darse a conocer y en 1927 su obra se expone en la galería Au Sacre du Printemps. En 1933 crea su famosa serie Distorsions (‘Distorsiones’), en la que los cuerpos desnudos de sus dos modelos rusas se reflejan en un espejo deformante. Imágenes encantadoras o repulsivas, puede establecerse un paralelo entre estas anamorfosis y la obra de Picasso, Arp y Moore. En 1934 se publica Paris vu par André Kertész, acompañado de un texto escrito por Pierre Mac Orlan, y es también en París donde Kertész realiza sus obras maestras: La Danseuse burlesque (‘La bailarina satírica’) (1926), Chez Mondrian (‘En casa de Mondrian’) (1926) y Les Mains et les lunettes de Paul Arma (‘Manos de Paul Arma’) (1928). Tanto la prensa francesa como la alemana comienzan a encargar a Kertész ensayos fotográficos e ilustraciones. La revista vanguardista Art et Médecine publica sus fotos junto con las de Germaine Krull, Man Ray, Emmanuel Sougez, François Kollar y Brassaï (que Kertész conoce en 1926 y a quien introduce en el mundo de la fotografía). A partir de 1928, Kertész comienza a usar su Leica, y hasta 1935 es uno de los principales fotógrafos de la revista Vu.
En 1936, Kertész y su mujer Elisabeth (con la que se ha casado en 1933) se mudan a Nueva York para cumplir con el compromiso adquirido con la agencia Keystone, pero su colaboración con lo que es la mayor agencia fotográfica del momento apenas dura un año. Aunque House & Garden, Harper’s Bazaar, Vogue y Coronet se interesan por su trabajo, y a pesar de sus exposiciones en la PM Gallery (1937) y en el Art Institute of Chicago (1946), así como de la publicación de Day of Paris (1945), diseñado por Alexey Brodovitch, Kertész no logra imponerse como uno de los principales representantes de la fotografía de vanguardia en Estados Unidos.
En 1944 adopta la nacionalidad estadounidense y en 1949 firma un contrato de exclusividad con la editorial Condé Nast. Pero esta relación se limita básicamente a suministrar fotos de decoración de interiores a las publicaciones del grupo, por lo que, sintiéndose incomprendido y su talento malgastado, decide poner fin a su carrera profesional en 1962.
En 1963, Kertész recupera los negativos de sus periodos húngaro y francés, que había dejado en París en 1936. Tras presentar su obra enla Biblioteca Nacionalfrancesa, en 1964 el Museo de Arte Moderno de Nueva York realiza una exposición de la misma. En todo el mundo comienzan a organizarse homenajes en torno a este artista, desde exposiciones en Tokio, hasta Estocolmo, Budapest, Londres, París y Helsinki… En 1975 es el invitado de honor en los Encuentros Internacionales de Fotografía de Arles.
Por esta época, Kertész deja de vagabundear por las calles y comienza a tomar la mayoría de sus fotos desde la ventana de su casa. Se siente fascinado por la confusión de azoteas y por las vistas de pájaro que tiene de Washington Square, adquiriendo así su visión artística cierta maestría formal. Desde mediados de los años cincuenta, se viene dedicando a hacer fotos en color, su nueva pasión, pero desde planteamientos muy sencillos que no dan lugar a efectismos coloristas. Se han publicado numerosos libros dedicados a su obra, así como varias importantes monografías: Hungarian Memories (1982), Of Paris and New York (1985) y André Kertész, ma France (1990). En 1984, deseoso de asegurar la conservación de la obra de toda su vida, Kertész dona su colección completa de negativos y de documentos personales al Estado francés (al Ministerio de Cultura).
Fallece en su casa de Nueva York, el 28 de septiembre de 1985.
La obra de Kertész es, por partida doble, un reflejo íntimo de su vida que retrata tanto lo que ve como lo que siente. Y este reflejo resulta tan auténtico para el fotógrafo porque su poderoso vínculo con el mundo visual hace que todas sus fotografías contengan una enorme abundancia de emociones y sentimientos: los suyos propios. Son imágenes sinceras, fieles y profundas; tanto que cada fotografía particular parece un doble perfecto del propio Kertész, conteniendo así la presencia tangible del fotógrafo. Esta ilusión resulta tan perfecta, que la realidad y la ficción se confunden: Kertész se halla tan innegablemente presente en cada imagen que estas instantáneas de vida, de realidad, son a la vez una proyección del fotógrafo.
PROGRAMA DE VISITAS GUIADAS Y COMENTADAS
Para esta exposición que se dirige a todos los públicos, se ha diseñado un material para escolares, asociaciones y colectivos que consiste en una propuesta de itinerancia por la exposición en la que se proponen diferentes recorridos y preguntas reflexión sobre lo visto. Los centros escolares y asociaciones que lo deseen pueden llamar al teléfono 902 500 493 para reservar día y hora para realizar la visita guiada gratuita que se ofrece.