VALLADOLID PRESENTA LA EXPOSICIÓN DIARIO DE UN SIGLO DE JACQUES HENRI LARTIGUE (1894–1986) UNO DE LOS REFERENTES VISUALES MÁS IMPORTANTES DEL SIGLO XX.

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VALLADOLID PRESENTA LA EXPOSICIÓN DIARIO DE UN SIGLO DE JACQUES HENRI LARTIGUE (1894–1986) UNO DE LOS REFERENTES VISUALES MÁS IMPORTANTES DEL SIGLO XX.

2014-07-01

La sala Municipal de Exposiciones de San Benito, presenta a partir del viernes día 4 de julio, la exposición DIARIO DE UN SIGLO DE JACQUES HENRI LARTIGUE.

Jacques Henri Lartigue (1894 – 1986) es uno de los referentes visuales más importantes del siglo XX. Esta exposición que se presenta en Valladolid, reúne 135 imágenes emblemáticas de la obra de Lartigue, junto con  fotografías nunca vistas hasta ahora, que hace posible tener una visión global de su obra, a la vez que documentan la vida en el siglo XX, desde una perspectiva autobiográfica e histórica

Como testigo privilegiado de una época, todo lo que le importaba realmente, suscitó en él ese mismo afán de fijarlo, de conservarlo, y sobretodo de no perderlo. Su familia, sus amigos, - como los artistas que marcaron su vida entre los que se encontraba Sacha Guitry, Kees Van Dongen o Pablo Picasso- la elegancia femenina, los lugares de moda, los inventos que marcaron el principio de siglo, -el automóvil, los primeros aviones, o los deportes- estimularon también su talento.

Sus imágenes reflejan la rápida transformación de las costumbres, el estallido y vibración de las novedades, y al mismo tiempo la búsqueda de los pequeños detalles, del instante perdurable y atemporal presentes en cada una de sus imágenes y álbumes. Estos álbumes, daban sentido a esos fragmentos dispersos, dándole una lectura narrativa y cinematográfica. Conviene evocar aquí la gran pasión de Lartigue por el cine, siendo él mismo un espectador asiduo y un cineasta amateur: “Cuando hago mis álbumes, intento hacerlo a la manera de una película que se monta.”

Lartigue vive la fotografía como un divertimiento, pero un divertimiento obsesivo. Desde los 7 años, capta con su cámara 9x12cm, “son piège à oeil” , (su trampa de ojo”, instantáneas de la crónica de una vida feliz, alegre e inocente.

Lo más apasionadamente divertido de la fotografía es que, siendo en apariencia un arte superficial, logra atrapar cosas en las que yo ni siquiera me había fijado

Recopila estos momentos que conserva en sus diarios y sus álbumes, algo que no dejará de hacer a lo largo de toda su vida. Y lo hace con una insistencia con la que consigue que no se le escapasen esos momentos felices por los que es conocido, y así tener la certeza de que siempre podrá volver a ellos.

Lo que sorprende de sus imágenes es la simplicidad, la sobriedad y la gracia de su estructura gráfica, y de su escritura. Lartigue se revelará muy pronto, precursor de una modernidad que desarrollarán luego grandes fotógrafos como Henri Cartier-Bresson, gracias a esta comprensión intuitiva de las capacidades revolucionarias de la cámara fotográfica moderna.

Su obra pasa desapercibida durante muchos años, hasta 1963, cuando John Szarkowski, joven conservador del MoMA presentó su primera exposición antológica. Su obra se inscribe enla Historiadela Fotografíamoderna por su calidad gráfica excepcional, por su expresión del movimiento, por la diversidad de medios de expresión que este pintor empleaba cuando “jugaba a hacer fotografías”.

 

LARTIGUE LA EXALTACIÓN DE LA FELICIDAD Y EL GOZO DE VIVIR

 

Lartigue capturó la vida que le rodeaba, la exaltación de la felicidad y el gozo de vivir, y lo hizo con unas ideas estéticas que proponían una renovación del lenguaje fotográfico. Plasmó en sus instantáneas aquella sociedad que vivió al margen de los desastres de la época, como las guerras mundiales o los regímenes totalitarios, y dejó al margen todo aquello que no consideraba propio de mantener en el recuerdo. Obsesionado por la alegría de las calles, la búsqueda de la felicidad de Lartigue pasó a ser su gran obsesión, su gran musa, llegando a la angustia que marca su trayectoria al observar el rápido paso del tiempo y de la vida a través de su objetivo.

Sus imágenes reflejan la rápida transformación de las costumbres, el estallido de novedades, la vibración de las cosas, y al mismo tiempo la búsqueda de las pequeñas cosas, del instante perdurable y atemporal.

Con tan sólo siete años, su padre le regaló su primera cámara, con la que realizó sus primeras instantáneas en placas de 13 por18 centímetros. La espontaneidad con la que captó sus tomas iniciales de carreras de automóviles, aviones o de mujeres de clase media y acomodada de París paseando por el Bois de Boulogne llamó pronto la atención. Creó imágenes novedosas mediante el empleo de encuadres poco usuales, de diversas velocidades de obturación y trabajó casi siempre en blanco y negro, empleando en pocas ocasiones el color.

En 1915 comenzó a dedicarse a la pintura y abandonó en gran medida la fotografía, centrándose sobre todo en flores, coches y retratos de personajes del momento tan famosos como Van Dongen, Sacha Guitry, Marlene Dietrich, Greta Garbo, Georges Carpentier, Joan Crawford, Maurice Chevalier, Abel Gance, Yvonne Printemps o Renée Perle, quien se convirtió en una de sus modelos favoritas y en su acompañante.

Hasta el año 1963, cuando el MoMA presentó su primera exposición antológica, Lartigue era un fotógrafo casi desconocido. Pero la extraordinaria fuerza de sugestión de sus imágenes ha hecho que desde aquel momento su prestigio no haya parado de crecer. Hoy, se ha convertido en uno de los referentes visuales del siglo XX. Sus imágenes reflejan la rápida transformación de las costumbres, el estallido de novedades, la vibración de las cosas, y al mismo tiempo la búsqueda de las pequeñas cosas, del instante perdurable y atemporal.

La exposición permanecerá abierta hasta el 31 de Agosto.

 

 

 

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