UNA EXPOSICIÓN DE “WEEGEE”, UNO DE LOS GRANDES MAESTROS DEL FOTOPERIODISMO DEL SIGLO XX, SE PRESENTARÁ EN VALLADOLID.

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UNA EXPOSICIÓN DE “WEEGEE”, UNO DE LOS GRANDES MAESTROS DEL FOTOPERIODISMO DEL SIGLO XX, SE PRESENTARÁ EN VALLADOLID.

2015-09-01

La Sala Municipal de Exposiciones de San Benito presentará a partir del viernes día 4 de septiembre, la exposición “WEEGEE THE FAMOUS”, con cerca de un centenar de obras de este gran maestro del fotoperiodismo. Weegee fue el artista cuyas fotografías han conformado la imagen de la mítica ciudad de Nueva York en los años 30 y 40. Llenó los periódicos de su país con fotografías de asesinatos, peleas callejeras, accidentes de coches, disputas matrimoniales y todo tipo de violencia y crímenes. Aunque sus imágenes más conocidas son las publicadas en la sección de sucesos, su trabajo contribuyó a mostrar la vida real de los habitantes de la Gran Manzana, no solo en la parte más sórdida, sino también en los momentos de alegría y descanso.

Weegee se especializó en el drama que la mayoría de nosotros no ve, o que no quiere ver. De hecho, casi todos dormimos mientras Weegee trabaja, a lo largo de la noche. Weegee es el fotógrafo de la vida hirviente, violenta que tiene lugar en Nueva York, por debajo de esa superficie impersonal de las jornadas de trabajo más o menos ordenadas. Con su cámara y su automóvil, que ha equipado con una estación de radio para poder recibir las señales de la policía, Weegee se presenta allá donde hay crímenes, atracos o incendios, cuando las ambulancias anuncian chillonamente un accidente o cuando, al amanecer, las furgonetas de «la pasma» vacían en las comisarías su carga de detenidos.

¿Está allí simplemente para fotografiar el suceso? No, no es solamente eso; se trata de contar la historia de lo que está ocurriendo a través de las personas implicadas en el caso, sean los protagonistas o simplemente algunos testigos: Weegee los fotografía en el preciso instante en el que todo lo que están pensando y sintiendo se refleja con toda intensidad, como en un espejo, en sus rostros.

Y así, un incendio no es simplemente un edificio que arde, sino la gente que vive allí: el propietario atacado de los nervios, el policía atento a una mujer tumbada en una camilla, un joven judío pasmado que, boquiabierto-y con los ojos como platos, aprieta contra su cuerpo el rollo de la Tohrah que ha preservado de las llamas.  Un asesinato queda descrito por la gente asomada a las ventanas de los edificios contiguos; o por una mujer, familiar de la víctima, que llora rodeada por una multitud de chiquillos que ríen, sobreexcitados.

 

Fotografías De Víctor Hugo Martín Caballero

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