VALLADOLID PRESENTA LA EXPOSICIÓN “MUJERES EN VANGUARDIA. La Residencia de Señoritas en su centenario (1915-1936)”.

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VALLADOLID PRESENTA LA EXPOSICIÓN “MUJERES EN VANGUARDIA. La Residencia de Señoritas en su centenario (1915-1936)”.

2017-01-18

La Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón, de Valladolid, presenta hoy jueves día 18 de enero, la muestra “MUJERES EN VANGUARDIA. La Residencia de Señoritas en su centenario (1915-1936).

En octubre de 1915 abrió sus puertas la Residencia de Señoritas, el grupo femenino de la Residencia de Estudiantes, creado -al igual que el masculino- por la Junta para Ampliación de Estudios (JAE). Acción Cultural Española y la Residencia de Estudiantes, en colaboración con la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, han querido celebrar en Valladolid, tras su presentación en Madrid, el centenario del grupo femenino de la Residencia rindiendo homenaje al que fue el primer centro oficial instaurado en España para fomentar la educación superior de la mujer y, a través de esta exposición, mostrar el paso de gigante hacia la igualdad de los derechos de las mujeres que supuso aquel proyecto de renovación de la sociedad española inspirado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE).

Con este fin, tras ofrecer un recorrido por las propuestas relacionadas con la educación femenina y con la incorporación de las mujeres a la vida profesional que, desde el último tercio del siglo xix, promovieron los hombres y mujeres vinculados a la ILE, los diferentes apartados de la exposición, a través de una selección de libros, documentos, fotografías y obra plástica, reconstruyen la formidable aventura de la Residencia de Señoritas, que, en sus veintiún años de vida, no sólo alcanzó importantes logros materiales —pasó de ocupar las dos casas en las que se inauguró el grupo en la madrileña calle de Fortuny, con capacidad para treinta estudiantes, a tener doce edificios con cabida para cerca de trescientas—, sino que también consiguió que de sus aulas saliera un grupo excepcional de mujeres altamente cualificadas, gracias a las que el modelo social tradicionalmente asociado a la condición femenina empezó a experimentar una auténtica transformación.

 

Educación para la mujer. Las primeras iniciativas (1869-1915)

La creación de la Residencia de Señoritas se vincula de manera directa con el notable cambio en la situación social de las mujeres que se produjo en España durante el primer tercio del siglo xx, y hunde sus raíces en el proyecto de renovación de la sociedad española a través de la educación inspirado por la Institución Libre de Enseñanza. Las primeras iniciativas relacionadas con este proceso se debieron a Fernando de Castro, fundador en 1870 de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (AEM). María Goyri y Matilde Padrós, ambas alumnas de la AEM, estuvieron entre las primeras españolas que, venciendo los prejuicios de la época, asistieron a la universidad.

Francisco Giner de los Ríos y los hombres y mujeres de la ILE continuaron la tarea de defender los derechos de la mujer, comenzando por el de una educación en igualdad. Los institucionistas mantuvieron la coeducación como uno de los pilares de su sistema pedagógico y desde muy pronto la pusieron en práctica en su escuela. Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán, quienes mantuvieron una estrecha amistad con Francisco Giner de los Ríos y con el entorno de la Institución Libre de Enseñanza, se distinguieron durante esos años por su defensa de los derechos de la mujer. La JAE, creada en 1907, además de contar con las mujeres en sus centros y de becar a muchas de ellas para que ampliaran sus estudios en el extranjero, decidió en 1915 extender la experiencia de la Residencia de Estudiantes —fundada cinco años antes— a las mujeres, e inaugurar su grupo femenino, dirigido desde el comienzo por María de Maeztu, en permanente contacto con Alberto Jiménez Fraud, presidente de las diferentes secciones de la Residencia de Estudiantes.

 

La Residencia de Señoritas (1915-1936). Una apuesta de futuro

Aunque el grupo femenino de la Residencia no ha dejado en la historia una huella tan notoria como el masculino, ambos desempeñaron un papel crucial en nuestro pasado reciente. Los dos formaban parte del mismo proyecto, compartían los mismos principios, perseguían objetivos similares y, entre 1915 y 1936, sus trayectorias corrieron paralelas. Como en el grupo masculino, en la el de Señoritas las residentes, además de con los servicios de alojamiento, contaban con un laboratorio en el que hacer sus prácticas, con una nutrida biblioteca en la que apoyarse para sus estudios y con un programa de clases, conferencias, conciertos o lecturas poéticas orientado a ampliar su formación. Todo ello en una atmósfera pensada para «ofrecer a las alumnas la garantía de un hogar espiritual rodeado de benéficos influjos, en el que poder disfrutar de las ventajas de la vida corporativa, de un sano ambiente moral y de toda clase de estímulos y facilidades para el trabajo», según un folleto de 1933.

 

 

En todas sus actividades la Residencia de Señoritas contó con el apoyo fundamental del International Institute for Girls in Spain, una institución norteamericana asentada en Madrid desde principios del siglo xx que le aportó tanto medios materiales —con la cesión en condiciones muy ventajosas de sus edificios o la participación de su profesorado—, así como métodos y ejemplos de los que se beneficiaron las jóvenes estudiantes españolas. Por mediación del Instituto Internacional, además, se llegó a acuerdos con diferentes colleges femeninos norteamericanos para conceder becas de intercambio.

Casi la totalidad de las mujeres que tuvieron algo que decir en la sociedad española del primer tercio del siglo xx estuvieron relacionadas con la Residencia de Señoritas. Victoria Kent, Matilde Huici, Delhy Tejero o Josefina Carabias fueron algunas de sus residentes más destacadas. María Goyri, María Zambrano, Victorina Durán o Maruja Mallo formaron parte de su profesorado. Zenobia Camprubí, Gabriela Mistral, Victoria Ocampo, María Martínez Sierra, Clara Campoamor o Concha Méndez participaron en sus actividades. Y en sus salones nacieron el Lyceum Club Femenino y la Asociación Universitaria Femenina.

El colectivo de las residentes, compuesto, además de por las que alcanzaron mayor notoriedad, por mujeres de todos los rincones de España, constituyó la vanguardia de un modelo de mujer profesional e independiente que todavía resultaba exótico en la sociedad de su época.

 

Años de guerra (1936-1939)

Como la mayor parte de las alumnas, en julio de 1936 María de Maeztu se encontraba de vacaciones fuera de Madrid, adonde regresó de inmediato tras producirse el golpe de Estado. En septiembre de 1936 presentó su dimisión como directora de la Residencia de Señoritas y poco después abandonó España. Para sustituirla se nombró un comité presidido por Regina Lago y constituido por otras residentes y exresidentes. A comienzos de 1937, siguiendo al Gobierno de la República, la Residencia de Señoritas se trasladó a Valencia, a la localidad de Paiporta. Acabada la guerra, y disueltos por decreto los centros de la JAE, en varios de los edificios que había ocupado la Residencia de Señoritas se creó, en 1940, el Colegio Mayor Teresa de Cepeda.

 

El destino de la Residencia y de las residentes tras la guerra civil

Las antiguas residentes se diseminaron por América, Europa y España, con diferente fortuna. Algunas pudieron aprovechar las redes tendidas en los años previos y recalaron en distintos países de la geografía americana y europea, donde vivieron sus años de largo exilio. Entre las que quedaron en España, muchas tuvieron que enfrentarse a diversos tipos y grados de represalias, que en ocasiones incluyeron periodos de cárcel e inhabilitación. Hubo, sin duda, otras antiguas residentes cuyas circunstancias o convicciones les permitieron vivir sin inconvenientes en la España de la dictadura.

Pero, para las mujeres en particular, el desenlace del conflicto supuso un brutal retroceso respecto a los avances obtenidos en las décadas anteriores. A pesar de ello, la experiencia de estas mujeres, adelantadas a su tiempo, alentó el camino de otras muchas que se apoyaron en su ejemplo cuando les tocó recuperar el terreno perdido.

 

Obra plástica

Junto a las fotografías, testimonios sonoros de las protagonistas, libros y documentos exhibidos, una selección de obras artísticas ilustra cada apartado de la exposición. El conjunto de obra plástica incluye una serie de grabados, óleos y retratos de las pioneras en la universidad o en las aulas, que ilustran el primer apartado de la muestra.

El segundo apartado de la exposición reúne un conjunto de obras en las que se pone de manifiesto la dimensión que adquirió la Residencia de Señoritas como espacio de encuentro y desarrollo de las artes llevadas a cabo por mujeres. En el equipo docente de la Residencia hubo destacadas creadoras, como Victorina Durán y Maruja Mallo, así como entre sus estudiantes, entre las que estuvieron Delhy Tejero, Joaquina Zamora y Menchu Gal. Las obras de estas autoras reunidas para la ocasión recogen algunas de las claves que se desarrollaron en las artes del primer tercio del siglo xx. Lejos ya de las estéticas heredadas del cambio de siglo, sus obras dan paso a una progresiva modernización, visible tanto en las formas —mayoritariamente realismos de nuevo cuño y una tímida vanguardia—, como en los contenidos. Entre estos últimos, la mujer moderna —universitaria, profesional, deportista— fue copando más espacio, representándose a sí misma y reclamando su lugar en un mundo nuevo, como sucede en La Venus bolchevique, de Delhy Tejero.

 

Asimismo, las artistas que frecuentaron lecciones y conferencias de la Residencia de Señoritas encontraron en el Lyceum Club Femenino un idóneo espacio de exposición. Allí, entre otras, mostraron su obra Victorina Durán —con sus novedosos batiks y sus vanguardistas escenografías— o Marisa Roësset —cuyo autorretrato a la orilla del mar no se ha expuesto desde 1927—. Parecía que las creadoras modernas conseguían ir salvando muchos de los obstáculos con los que se habían topado tantas mujeres. Sin embargo, el estallido de la guerra civil y sus consecuencias dieron al traste con aquellos planes esperanzadores. El exilio se llevó, entre otras, a Mallo y Durán, algunas de cuyas obras de esta etapa pueden verse en el apartado final de la exposición. Otras, como Tejero, Gal o Roësset, permanecieron dentro de España, donde hubieron de adaptarse al retroceso impuesto por la dictadura. 

 

La exposición permanecerá abierta hasta el día 12 de marzo, 

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